Ya tengo seis (6) más que 30 y gracias a quien sea, he aprendido más cosas. De vez en cuando es bueno mirar atrás y ver qué hemos aprendido. Triste es ver que nada. Doloroso ver que no ha sido lo suficiente, pero supongo que nunca lo es. Hoy brindo simbólicamente por lo que he aprendido.
Al finalizar el anterior post me propuse aprender más cosas, cambiar algunas y prometí por ejemplo, dejar de fumar. O al menos intentarlo.
Y lo he hecho. He dejado de fumar hace ya 928 días. A razón de unos 15 venenos al día, me he ahorrado 13.820 M******* y por lo tanto unos 2.784 euros. ¿Vale la pena, verdad? Y no lo digo por el dinero. Al menos no solamente. ¿Que si tengo ganas de fumar? Por supuesto. He aprendido que era adicta al tabaco y nunca dejaré de serlo.
También me dije que tenía que ser más consciente de lo corta que es la vida. Esto es puro bla, bla, bla. No podemos ser realmente conscientes aunque lo intentemos. Estamos programados para vivir, no para pensar en cuándo dejaremos de respirar. Lo que sí podemos hacer es ponernos a pensar qué tipo de vida queremos tener. Habrá pérdidas y ganancias. Despedidas y reencuentros. Ilusiones y decepciones. Risas y llanto. Lo que debemos procurar es huir de la frustración.
He aprendido que la frustración mata almas.
La vida vale la pena, claro que sí, pero decir esto es casi como no decir nada. Hace pocos días, por motivos que ahora no vienen al caso, supe que mi psicóloga (no la única pero sí mi favorita a día de hoy) había muerto en el año 2008. Y yo no lo sabía. Yo seguía imaginando su estudio, ese en el que hablábamos, tan lleno de magia, de color, de tranquilidad, de vida, de música, de libros, de luz. Pero ella no estaba ni allí, ni en ninguna otra parte. Es triste.
He aprendido que somos lo que hemos vivido.
Ella dejó muchas cosas. A mí un bonito recuerdo de aquella experiencia y una tarjeta cuando se despidió de mí al trasladarse a otra ciudad que hablaba de la importancia de los sueños, de saber lo que uno quiere, de juguetear con el deseo, y por lo tanto con la vida. Ella se mudó para cumplir con un sueño. Yo ahora estoy haciendo realidad mis sueños.
He aprendido que los sueños son el motor de la vida. Que las ilusiones son tan importantes como el comer y el respirar. Sin ilusiones no se vive.
También dije en aquella ocasión que me gustaría aprender a arriesgarme más cuando creo en algo o en alguien. Así como también aprender a alejarme de personas nocivas. ¿Es que esto se aprende?
¿Me he arriesgado por algo en este tiempo? Sí.
¿Me he arriesgado por alguien? Sí.
¿He aprendido a alejarme de personas nocivas -a tiempo-? Habiendo aguantado seis años en el mismo trabajo, supongo que no del todo... pero bueno, ya no estoy ahí. ¡Y lo que he ganado en salud!
Y me propuse ser feliz. ¿Quién no lo haría?
Pero he aprendido que ser feliz cuesta mucho. No es una frase. No es un deseo. No es un día. Es un trabajo arduo y a veces, hay que aceptar un poco de ayuda. No somos débiles por aceptar una mano cuando nos tropezamos. La estabilidad, el equilibrio, el ser positivos son cuestiones importantes. Y en este sentido, necesitamos de los demás. De personas que se preocupan por nosotros.
También aprendí que no se es feliz de un día para el otro. A veces hay que pasarlo mal también.
Estar triste a veces es normal, pero no “lo normal”.
Aprendí que hay que tomar decisiones: o blanco o negro. O sí o no. Por aquí o por allí. El no lo sé, no nos vale. El me da igual, no existe.
He estado mucho tiempo sintiéndome mal, años... quizá décadas. Esa clase de sufrimiento es inútil. Lo que es peor, hay un punto en que el cuerpo dice basta. La mente lo ha dicho mucho antes, pero fue más fácil engañarla. Cuando los síntomas se presentan en el cuerpo, saltan las señales de alarma. Ansiedad, estrés, ataques de pánico, más ansiedad, pérdida del rumbo, las ganas y la ilusión.
Recordemos: sin ilusión no se puede vivir. Eso es lo último que he aprendido. Y me llevó mucho tiempo, mucho trabajo.
(...)
Ahora sonrío. Me sorprendo cantando o bailando. Y recuerdo las palabras de mi madre: “Eras la alegría de la casa”.
De a poco, he vuelto a serlo. La alegría de mi casa. Las ilusiones han vuelto. Los sueños son posibles. Ya no me pregunto cuánto durará. Sólo depende de mí. Si yo realmente lo deseo, puedo ser feliz.
Wikio
Dejar de aprender en la vida es sinónimo de dejar de vivir. Por suerte tú demuestras que estás cada día más viva. :)
ResponderEliminarSiempre se pierden y se ganan cosas. Obcecarse en lo perdido lleva a no ver todo lo ganado, y creo que has ganado mucho (por tus propios méritos, desde luego) y tienes mucho más por ganar.
Como dices, ser feliz está en tu mano, pero también en manos de los que te rodean. Déjate ayudar y, más importante, haz caso a los que te quieren bien e ignora a los que te quieren mal.
Sé feliz. Yo quiero serlo contigo. :D <3
No es magia; es inteligencia emocional ;)
Solo puedo que agradecerte esta entrada, Flor :D
ResponderEliminarMuchas veces nos olvidamos de lo importante, de lo que realmente vale la pena, ¿Topicazo estas palabras mías? Si, pero no por ello menos ciertas.
Hoy no tenía el día, y quizá está entrada me ha hecho darme cuenta de que conseguir lleva implícito intentar.
Aprendí que hay que tomar decisiones: o blanco o negro. O sí o no. Por aquí o por allí. El no lo sé, no nos vale. El me da igual, no existe.
Un abrazo muy fuerte y más sincera enhorabuena por todo^^
BRAVO!
ResponderEliminarGracias a todos por comentar, gracias por no dejarme aquí hablando sola :)
ResponderEliminar¡Besos y abrazos!
Siempre he pensado que la vida, al final, es un simple problema de actitud. No somos lo que nos pasa, sino cómo nos lo tomamos y cómo dejamos que nos afecte. Al final, todo se puede convertir en una experiencia positiva de la que aprender algo.
ResponderEliminarAunque aún no te conozco en persona (colleja para Ventu, ¡plas!), si has sido tú la (principal) responsable de que él escriba lo que ha escrito en el primer comentario de esta entrada (algo que hasta hace poco no me hubiera creído)... Eso me basta para saber que eres una grandísima persona.
Un beso y gracias a vosotros por ser como sois.
Ventu, il mio bambino: Bien sabes lo que me ha costado dejarme ayudar, pero he tenido que aceptar que no era tan fuerte como creía. Eso tampoco es signo de debilidad.
ResponderEliminarSoy feliz, en gran parte, gracias a ti <3
Me has robado la frase... me quedo con fortalecer mi inteligencia emocional, mucho camino hay por delante ^*^
Dids: Todo esto que digo haber aprendido, tengo que recordarlo a menudo.
Gracias a ti por leer la entrada y por el regalito que me dejaste en Twitter :D
Silent Bob: ¡Aquí me tienen! :P
Miguelón: Gracias por tus palabras :)
Desde luego que es un tema de actitud, pero en los malos momentos cuesta muchísimo tener buena actitud, aunque es importante.
Hablando de Ventu, de él he aprendido una de las cosas más importantes en los últimos años: Que no todas las personas son malas. Yo creía que sí.
Un beso, ¡no tardaremos en conocernos!
*Gracias a todos otra vez por comentar*