![]() |
Adiós, Tati. Y gracias por tanto amor. |
Soy una amante de los gatos. Crecí entre miaus, pelitos y ronroneos. Me han hablado, les he hablado. Me han abrazado, les he abrazado. Hemos jugado y les he adorado. Me acompañaron en buenos momentos, y en otros malos; a la distancia o muy cerquita. Ellos saben cómo, cuándo y dónde. No hacen falta palabras. Los gatos son sabios. Crecí amando a los gatos, pero nunca aprendí a decirles adiós.
Ayer Tati se nos fue... y quiero pensar que está en el cielo de los gatos, porque si existe un cielo, ese es el cielo de los gatos y las buenas almas. Es difícil explicar la tristeza que produce, pero es que Tati estaba enfermito, y no merecía sufrir. Era un gato muy dulce y cariñoso, siempre frotándose contra los rostros de quienes le queríamos. Él sabía que le queríamos.
La verdad es que no sé qué decir. Escribo esto porque necesito despedirme de él de algún modo, y porque me ha llegado al alma lo que ha escrito mi querido misántropo en su blog.